de pequeño solía tener dos pesadillas recurrentes. he aquí la primera.
tengo cinco años, estoy en la calle, la vida en la calle de un pueblo, de un barrio, tengo cinco años y soy pequeño, vital, risueño, juguetón, ya consciente de mi homosexualidad. los demás niños juegan conmigo y es verano, hace sol y calor, luz y algo de brisa mezclada con sopor. el juego es muy divertido y nos lo pasamos muy bien. un niño cuenta, los demás corremos y mientras lo hacemos cae la noche, la tarde llega y luego la noche. jugamos al escondite y yo entro en un portal de una casa y me meto dentro con dos amigos más. nos parece divertidísimo, lo mejor a lo que hemos jugado en mucho tiempo. es tarde y nuestros padres no nos llaman, todavía tenemos permiso para seguir a gusto en la calle.

de pronto una puerta se abre justo detrás de nosotros y soy el único que parece percatarse. los demás niños vuelven poco a poco a sus casas, sus voces se disipan a lo lejos y se entremezclan con algo de tráfico. de los tres que seguimos escondidos, dos deciden salir de la casa. pero no yo... yo no puedo.
detrás de mí veo aparecer a una mujer y me doy cuenta de que la habitación al otro lado es una cocina con un gran caldero, la mujer está vestida de luto y lleva un sombrero también negro. además está acompañada por dos mujeres más que comienzan a llamarme. mis amigos también me llaman pero el miedo me mantiene paralizado y poco a poco cual medusas, llegan hasta mi flotando en el aire, arrastrándome lentamente, llevándome lejos de la calle hacia el caldero que humea con algunos cuerpos ya hervidos.