
Me duelen los riñones desde el día 8. No el 8 de este mes que aún no ha llegado, ni el 8 del mes que ya pasó. El día 8 no es un decir, es como el plan b, o el llámalo x y despéjalo; sino el octavo día de medicación. Para los que no conoces estos trejemanejes tomo Viramune y Kivexa. Son dos amiguitas mías, una ataca a mi hígado y la otra a mis riñones. Aunque en teoría según mi médico especialista (que no me gusta nada) no debería tener problemas con los riñones.
- ¿Las has vomitado? - me preguntó en la última consulta.
- No (perplejo). He tenido algo de náuseas pero muy poco y durante unos minutos, luego se pasa.
- Bueno, pues si no te han dado la lata ya, puedes estar con esta medicación los próximos diez años si tienes suerte.
Great. Genial. Flípalo.
Pero me duelen los riñones. Hago ejercicios para relajarlos y descanso pero la molestia vuelve. En la consulta le pedí que me hiciera un análisis de orina y me los hizo. Pero el resultado junto con el de los análisis que me hice el día 22 de octubre, los veré el 22 de diciembre. No me comunicará hasta entonces ni mi estado serológico (carga viral y CD4) ni si mis riñones están fallando.
Así pues me fui a mi médico de cabecera, que es muy mono y muy comprensivo. Primero me mandó unas radiografías. La cita era para dentro de dos semanas. Cuando me las hice este era el panorama desolador que me encontré en el hospital.

Esperanza Aguirre sigue privatizando y llegará un momento en que no me pagará ni el tratamiento. Socorro a mi las fieras.

Luego vistas las radiografías mi médico de cabecera ha decidido hacerme un análisis de orina. He tenido que pedir cita para entregar mi tarrito de pis y después tardarán en darme los resultados 10 días. Señores casi mes y medio para saber qué cojones les pasa a mis riñones. Desde la cafetería con mis pensamientos en otros tiempos, en otros momentos más dichosos de mi vida.