Hasta las dos o las cuatro de la madrugada, da lo mismo. Los nervios destrozados pensando en la primera cita después de un mes en tratamiento perpetuo . No me gusta mi médico. Tengo mucho sueño por la mañana y después de la ducha todavía me cuesta abrir los ojos. Todo esto adulcorado con series televisivas de adolescentes que me hacen sentir mayor y el sueño que me arrastra al suelo los mediodías.
Primero fue la pantalla del cine, luego la de la tele, después vino la el ordenador y ahora la cuarta: la del móvil.
Y seguiremos buscando una quinta pues el ser humano ha olvidado su tamaño con respecto al universo.
El hombre es diminuto. El universo, de inmenso, casi no tiene fronteras.
Hubo una primera pantalla olvidada que es vital para nuestra supervivencia y es mortal si nos obcecamos y queremos quedarnos dentro de ella. Es el agua, al mar, el río, el lago que dejó impresionado a narciso que acabó como ofelia, ahogados en una pantalla por la búsqueda de si mismos o por su propia huida desesperada.
¿Qué buscas tú en esta pantalla? ¿O qué crees buscar?
El ser humano quiere volver a reflejarse en el agua y no sabe cómo hacerlo. Lo compica más y más.
Yo me reflejo aquí, en este blog y bastante tengo.
Allá por el principio, cuando me dieron las primeras falsas noticias que luego fueron ciertas, cuando mis análisis decían que era "un poco" seropositivo pero no tanto como para serlo realmente aparecieron los restos.
No eran más que los vasos y algún plato que dejé olvidados por el suelo de la casa principalmente, como pequeñas trampas frágiles en las que caer, no más que el intento de empatizar con la fragilidad de otro ser aunque tan solo fuera un trozo de cristal moldeado.
Porque por esta época ninguno de mis amigos sabía por lo que estaba pasando y me estaba tragando las noticias que tardaban siempre una semana en llegar yo solito, a lo macha. - Si he sido un machote para follar toda la noche, tendré que saber afrontar esto sin ayuda. ¿O es que me ayudan a sacar el rabo para meterlo en caliente?
Sí. Bruto, payaso.
Tuve la serenidad de fotografiarlos. Estos y los paisajes lunares fueron mis amigos. Su interior al aire se iba pudriendo, mostrandose tal y como eran en toda su debilidad, paralizados por el miedo y con un beso de mis labios sellando su silencio.